Fuera de órbita



20 de mayo de 2023



Y cómo se irrumpe para que alguien en este mundo indefinido reaccione cuando  andan mis ojos por ahí desorbitados. 

Cruzar ese cristal, y en un rincón cualquiera, despatarrar mis nalgas perfectas en una vereda de rayuelas, sobre la humedad de este otoño que algunos inocentes ven en hojas doradas, pobrecitos! Son excrementos de un árbol que todos pisotean y clavo mi mirada en la soberbia del tronco y qué asco! 

Devoro somnolienta a un pendejo por el que moriría de no ser que ya estoy medio muerta y no hay rubor ni roce. Y es que estoy así: descolorida. 

Mi muchacho no está. 

Y no puedo contarte porque cada palabra trae un tiempo ya muerto, un museo de besos congelados, estatuas eróticas quebradas. 

Estoy con mis chiquitos.

La sopa huele a hogar. Yo no lo siento. 

Mi mente huele a moco escondido entre las sábanas. Un ojo formatea cosas buenas y el otro se me escapa de noche, vigilante, y juro que los veo: escribiendo discursos, firmando papeletas y guardando billetes. Todo sucio. 

Más sucio que la mugre. 

Y después se quitan las manchas de la sangre porque acarrean cuerpos invisibles y secos. 

Muertos como huellas digitales o en suspenso: los muertos del misterio. 

Conviven en mi noche Cenicienta y las brujas. Caperucita y los lobos.

Ya no puedo dormir.

Somos muchos deambulando desvelados.


Vos soñás todavía?

Comentarios