Cortocircuitos

17 de mayo de 2023

















Siento fascinación por las ventanas.   Son cortocircuitos entre cuatros paredes y el infinito.  Hoy encontré esta fotografía, tomada en un museo petrificado en objetos, que no están en mi memoria. 

Al otro lado del cristal, late la vida. Sigue latiendo.

Yo estoy de este lado, hoy, frente a otra ventana. Cruje. Retumba siguiendo el eco de otros ruidos.              Mi corazón late de adentro hacia afuera y viceversa. Es extraño, una taquicardia que va más allá,              de los pies a la cabeza, cede ante el juego de mis niños. Este es mi mundo o lo queda de él.  

 (No soy objeto condenado a la gloria o al olvido).

Me asalta la curiosidad, ¿de qué lado están tus ojos? 
Y es que mis manos jóvenes tiemblan al teclear y no hay razón. Pero cuando la apoyo sobre el vidrio cede, la destrabo y me llega un aliento lejano. Inhalo ese aire. 
Turbio.
Gastado.
A veces fresco.  
Mientras mis nenes construyen fantasías yo estoy tejiendo rejas invisibles, dentro faltan presencias, sobran recuerdos: mi otra mitad, la infancia en la vereda que ahora retumba. 
Ya están llegando. Otra vez. 
Los escucho con sus bombos, la mugre, las panzas infladas. Mi cerebro no entiende:  ovejas descarriadas, resentidos, vagos o vientres vacíos de leche y esperanzas?
Abro la ventana, soy la testigo muda. La cierro, y me quema la sangre de los muertos, las vacunas vencidas, el silencio que trago con clonazepam. 
No es normal. 
Es así para todos? 
Un fantasma me ronda, la loca de la ventana, con las manos atadas.

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